miércoles, 19 de octubre de 2011

Zen


Budismo Zen (Japón)
El orígen
"Sentados bajo la sombra de la tarde, los hombres aguardaban serenamente el mensaje del maestro.
El  Buda permanecía en silencio, los ojos entornados, las manos juntas.
De su postura emanaba una cálida fuerza,  una arrolladora energía, que creaba en el aire una atmósfera fuerte y profunda.
Su quietud era perfecta; apenas sus dedos se movían, girando delicadamente una flor.
Levantó los ojos y parpadeó.
Observó a sus discípulos. Mahakasyapa sonreía. Entre todos, sólo él había comprendido."
Se iniciaba así la transmisión directa más allá de textos y palabras.
De espíritu a espíritu, de maestro a discípulo. Se iniciaba de este modo el budismo zen
Zazen
 Existen tres pilares para la práctica correcta de zazen: Postura, Respiración y Condición de la mente o espíritu,
Postura: Colocar el zafu (almohadón) a aproximadamente un metro del muro. Sentarse y cruzar las piernas en loto o medio loto. En la posición de loto, colocar el pie izquierdo sobre el muslo derecho y el pie derecho sobre el muslo izquierdo. En medio loto, contentarse con presionar el pie izquierdo contra el muslo derecho.
Balancear la pelvis hasta encontrar el justo equilibrio. Estirar bien la columna vertebral y recoger el mentón. Las manos con las palmas vueltas hacia arriba, la izquierda sobre la derecha y los pulgares en contacto.
Los párpados entornados y la mirada baja. La lengua en contacto con el paladar, la boca cerrada y los dientes tocándose.
Empujar el suelo con las rodillas y el cielo con la cabeza.
Respiración: Durante zazen prestamos atención a la respiración. No hay que controlarla ni forzarla, sino permitir que el aire fluya libremente en una forma natural.
Así, va encontrando su ritmo. Si se acompaña la exhalación hasta el final, esta se hace más profunda y la inspiración llega por sí misma.
Condición de la mente: Casi todas las filosofías y religiones coinciden en la necesidad de una mente quieta, silenciosa. ¿Cómo hacer para aquietar la mente? No podemos. Cuanto más lo intentamos peor es.
Es preferible dejarla libre, dejando pasar los pensamientos y concentrarse en la respiración. Si observamos el fluir del aire, la mente, en un instante, desaparece por sí sola.
Dice el maestro Dogen: “Pensad desde el fondo del no-pensar.” ¿Cómo pensar desde el fondo del no-pensar? ¡No pensar!
Las claves del Zen
Hishiryo es el inconsciente del Zen, es el pensamiento absoluto, más allá del pensamiento y del no-pensamiento, más allá de todos los problemas de la conciencia personal.
 Es nuestra naturaleza original, o naturaleza de Buda, el inconsciente cósmico.
Cuando la mente se vacía y el intelecto esta calmo, nada detiene la corriente de vida profunda, intuitiva, ilimitada, que surge de lo más profundo de nosotros mismos.
La mente contiene todo el cosmos.
La conciencia es más rápida que la velocidad de la luz.
Sentados, sin objeto de provecho, podemos comprender mushotuko e hishiryo, secretos de la esencia del Zen. Pero la comprensión debe ser otro que la del sentido común o la intelectual. Ella es percepción directa. 
Mushotoku es el no-provecho, el no-deseo, el no-miedo. Es el principio esencial. Dar sin buscar a recibir. Abandonar todo, sin miedo de perder. De la misma forma que el artista debe darse por entero sin ocuparse de alcanzar la gloria, la belleza, la riqueza, para expresarse en una obra bella, pura, autentica, igualmente el discípulo obtendrá la sabiduría sin abandona, toda idea de provecho personal. Si abandonáis todo, obtendréis todo.
 Hishiryo y Mushotoku son en sí el arte esencial de Zazen.
"Pensar sin pensar, escribió el Maestro Dogen, como se piensa sin pensar. Debemos pensar desde el fondo del no-pensamiento. Es la conciencia cósmica, la conciencia hishiryo".
Nuestros sentidos y nuestra conciencia personal no pueden aprehenderla, las categorías no la definen, la palabra no la explica. Solo podemos abrazarla por la experiencia vivida.
La Vía
"De pie sentado o acostado en mi ermita de paja sólo tengo un ruego, hacer pasar a los otros antes que yo". Eihei Dógen
En el siglo XIII, el monje japonés Dógen dió un nuevo impulso a la práctica, creando de ese modo las bases para el zen contemporáneo.
El zen es libre, vital, fluyente.
Y en su devenir histórico ha ido modificándose y modificando su entorno, manteniendo no obstante su simplicidad y su frescura inicial.
"Si no les gusta llamarle zen llámenle la vida", porque su esencia no es hindú, china o japonesa.
Su raíz no es de ayer ni de mañana. Es la expresión más acabada de nuestra verdadera naturaleza. 
No nace del hombre, es el hombre.
En la práctica…
Dejar pasar los pensamientos, concéntrate en la respiración, acompaña la  salida del aire hasta el final, no tengan prisa por volver a inspirar, cuando la exhalación concluye la inspiración llega sola, sin ningún esfuerzo. Así va surgiendo un ritmo profundo, tranquilo. El aire sale por la nariz, el aire entra por la nariz. ¿Es el mismo? En un momento el aire está afuera, en un momento el aire está adentro, sólo un ritmo que va y vuelve. Hay buenas posturas ahora, hay una buena atmósfera. Se está produciendo una integración con la naturaleza, una integración con el momento. No te entretengas con los pensamientos, intenta no seguirlos, y si los sigues: retorna.
Retorna aquí y ahora con la respiración. Ella te está esperando ahí, siempre estuvo ahí. Cada vez que te despiertas ella está ahí. Estás aquí, quédate aquí, deja que ese aire venga y vaya, profunda y calmamente. Quédate aquí, completamente aquí y ahora, aquí hasta desaparecer. Hasta integrarte con todo el Universo y con todos los seres. El aire debes respirarlo con tu propia nariz y debes hacerlo con tu propia nariz. Suelta las tensiones innecesarias, no te corras de este metro cuadrado, no te escapes de este saco de piel y huesos. Quédate aquí, completamente aquí hasta desaparecer. Un instante, un único instante perfectamente completo en sí mismo, sin comienzo ni fin. Un instante, una respiración. Una vida completa en sí misma de principio al fin. Aquí y ahora.
Fuentes

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